viernes, 2 de noviembre de 2007

Los Duendes

Erase una vez una niña como tú, quizás un poco más mayorcita. Le encantaba perder el tiempo en compañía de los árboles, de los pájaros, del viento... Su vida transcurría entre las obligaciones diarias y unas largas y placenteras estancias en el bosque que rodeaba su casa. Se sentía un ser especial. Muchas veces había hablado a sus compañeros de clase, cuando aún asistía a la escuela, de lo bien que se lo pasaba sola en aquel bosque, aunque siempre la miraban burlones y se reían.


Todo aquello no lo entendía muy bien, pero le daba lo mismo; se sentía diferente y no le importaba.


Cierto día, algo llamó su atención, era un ruido que le hizo volver la cabeza. En muchas ocasiones había tenido encuentros fortuitos con animales que habitaban entre los árboles. Pero algo le decía que aquel sonido no era de ninguno de ellos. Como si de un juego se tratase, saltó girando de golpe, y lo que pudo ver por un segundo tan sólo, le dejo sin habla. Fue brevísima la visión, pero estaba muy clara: un duende, pequeño como un ratón, se escondía detrás de un gran árbol, y ella lo había visto. Sabía que no podía agarrarlo, pero se dirigió lo más rápidamente que pudo hacia aquel lugar. "Te pillé", le dijo, pero ya no estaba allí.


Pasaron días y días, semanas, incluso meses, y no conseguía verlo otra vez. Aun así, sabía que allí se encontraba, y seguramente no estaba sólo. Su querida abuela le contaba muchas historias de duendes y hadas, y por eso la pequeña, tratando de averiguar, le preguntaba insistentemente sobre aquellos cuentos. Tanto perseveró
en el tema, que llegó el día que la buena mujer quiso saber el motivo del interés excesivo de su nieta, pero no logró sacarle ni una palabra ni media.


Creía la niña que, como en las viejas historias que le narraban, si guardaba el secreto de su misterioso encuentro, lo salvaría de todo mal, consiguiendo así, posiblemente, ver de nuevo a aquel duende. Seguía pasando el tiempo, y nada. Pero no por ello perdía las esperanzas de volver a ver al pequeño ser, cazado por su vista de aquella manera tan rara. Y aunque a lo mejor no te lo creas, el tiempo le proporcionó una nueva oportunidad, que vivió con mayor intensidad y emoción que la vez primera.

Cierto día sintió como un estremecimiento que le llegaba muy dentro del alma. Y, ahí estaba. Pero no estaba solo, pues tres más iguales a él le acompañaban. No se asustaron, sino que cuando ella se acercó para decirles algo, se fueron, despidiéndose con la mano mientras se alejaban. Ya nunca más logró verlos. Pero, ¿sabes?, no me importa, porque sé que allí siguen todavía y tal vez algún día vuelvan a aparecer.

Benicassim

El Amor De Un Hada




No hace mucho tiempo un hada llamada Anfimia fue destinada por Titania (la Reina de las Hadas) a cuidar el Jardín de un viejo hombrecillo que tenia de sobrino a un muchacho guapo, de negros cabellos y muy nostálgico. Su nombre era Damián, y salía todas las tardes con su libro bajo el brazo, hasta avanzadas horas en las noches.

En unos de esos momentos el joven alzó la vista para observar los colores que le entregaba el ocaso y al mirar hacia el rosal vio a una bella joven que resplandecía extrañamente por una luz alrededor de su cuerpo, esta trataba de ocultarse entre las ramas para no ser vista.
- ¿Quién eres? –Preguntó el joven …

Ella sorprendida de que la pudiera ver le contestó:
-Mi nombre es Anfimia …


-Y dime Anfimia ¿Qué estabas haciendo escondida en el jardín de mi tío?
Anfimia no sabía que decir, no podía creer
que un simple mortal como aquel pudiera
tener tan singular belleza.
- Soy un hada y eh sido destinada a proteger el jardín de tu tío …

Damián sonrió incrédulo, le parecía extraño que ella se escondiese entre los rosales, y con lo que ella le decía mas le costaba creer. De pronto en un giro que hizo la joven, vió unas luces que nacian de sus espaldas. Ella sonriente le dijo:
- Ahora ves que no te miento.
-¿Me puedes leer la mente?-dijo el joven sorprendido
-Tan solo percibirlo –le dijo sonriendo.


Así pasaban todas las tardes riendo y conversando, caminando y jugando. Hasta que de pronto Anfimia fue llamada por Titania (la reina de las hadas), tenía algo muy serio que hablarle…


“Elfos, Gnomos y Duendes te han visto compartiendo con un humano, sobrino del dueño del Jardín del cual te destiné a cuidar, pero hay otra cosa que me preocupa: ¿estas enamorada de este mortal?”

Anfimia, conciente que no podía mentir, le dijo:
-Sí madre mía, es cierto, más cuando me di cuenta de mis sentimientos fue demasiado tarde, y ahora ya no los puedo cambiar.

“Hija mia por más que yo te quiera, esto no lo puedo permitir, tu sabes que nosotras no nos podemos enamorar de algún mortal y si esto llegase a suceder el castigo ya está escrito…”



Así Anfimia fue destinada a ser un rayo de luna que tan solo podía acariciar a su amor cuando éste salía llamándola:
- Mi hermosa Anfimia, que te ha pasado, solo me has dejado. Algo extraño me sucede, que durante el día todo está desolado, pero al llegar la noche con la luz de la luna te siento a mi lado.
Y así buscándola entre los rosales de su tío y clavándose en el pecho cada una de las espinas de las rosas repetía su llamado.

Titania viendo el sufrimiento de su hija Anfimia y el gran amor que este joven le tenía, solo pudo permitirles una cosa:
Los enamorados solo se podrían ver con el primer rayo de luna que alumbrase aquel mismo lugar donde por vez primera se inició el amor de estos dos jóvenes amantes.

Y así cada noche se le ve a este amante en el mismo lugar del jardín, junto al rosal esperando el primer rayo de luna. Para poder llenar su corazón de amor con la primera mirada que ella a lo lejos le entrega.

Nosotros nada podemos
más que velar
por este amor a través de los años,
hasta la eternidad …

Fernanda Ahumada M.

lunes, 29 de octubre de 2007

LAS HADAS


Érase una vez una viuda que tenía una hija y una hijastra: la mayor, que era la suya, se le parecía tanto de carácter como de rostro, de modo que, quien la viese a ella, a la madre veía.
Ambas eran tan desagradables y tan orgullosas, que nadie podía vivir a su lado. La pequeña, el auténtico retrato del padre por la dulzura y los buenos modales, era una de las mejores hijastras que hayan existido.
Pero, como suele amarse aquello que se nos parece, esa madre estaba encantada con su hija, y al mismo tiempo sentía una gran aversión hacia la pequeña, su hijastra, pues la obligaba a comer en la cocina y a trabajar sin cesar.
Esto hizo, entre otras cosas, el que la pobre niña fuese, dos veces al día, a buscar agua a una fuente que se hallaba a media legua de casa, transportándola en una gran cantara.
Una mañana que había ido a la fuente, vino hacia ella una pobre mujer que le suplicó le diese de beber.
-Si, buena mujer –repuso la muchacha y llenando el cántaro de agua, se lo ofreció, sosteniéndolo a fin de que la anciana bebiera con mayor comodidad. La anciana, habiendo bebido le dijo:
-Eres tan bella, tan buena y tan servicial, que no puedo menos de concederte un don -pues era un hada quien había tomado la forma de una pobre mujer de pueblo, para ver hasta donde llegaba la amabilidad de esta jovencita -.Yo te otorgo el don -prosiguió el hada-, de que a cada palabra que pronuncies, te salga de la boca o una flor, o una piedra preciosa.
Cuando la hijastra llegó a casa, la madre la regañó por volver tan tarde de la fuente.
-Os pido perdón, madre mía -dijo la pobre muchacha-, al haber llegado tan tarde -y en diciendo estas palabras le salieron de la boca dos rosas, dos perlas y dos gruesos diamantes.
-¡Qué ven mis ojos -exclamó la madrastra sorprendida -; creo que le salen de la boca perlas y diamantes! ¿Qué ha sucedido, hija mía? -(Esta fue la primera vez que la llamaba hija suya.)
La pobre niña le contó ingenuamente todo lo que le había pasado, no sin lanzar por la boca una infinidad de diamantes.
-Verdaderamente –se dijo la madre-, es preciso que yo envíe a mi hija... Mira que es lo que le sale de la boca de tu hermana cuando habla. ¿No estarías muy contenta si poseyeras el mismo don? Es bien sencillo, no tienes más que ir a buscar agua a la fuente, y, cuando una pobre mujer te la pida para beber, se le das muy educadamente.
–¡No me apetece ir a la fuente! -respondió con grosería la hija.
–Pues yo quiero que vayas -repuso su madre-, y deprisa, ¡ahora mismo!
Su hija fue, pero siempre refunfuñando. Había cogido el más hermoso jarro de plata que tenían en la casa y aún no había llegado a la fuente, cuando vio salir del bosque a una dama magníficamente vestida, que se acercó a pedirle agua. Era la misma hada que se le apareciera a su hermanastra, pero había tomado el aspecto y las vestiduras de una princesa, para ver hasta donde llegaría la mala educación de la muchacha.
-¿Es que yo he venido aquí -le dijo orgullosa la joven-, para daros de beber? ¡Justamente traigo un jarro de plata expresamente para calmar la sed de la señora! Os aconsejo que bebáis vos misma si queréis.
-Eres muy poco amable -repuso el hada sin encolerizarse- .Bien, puesto que de servicial no tienes nada, te otorgo como don, que a cada palabra que digas, te salgan de la boca o una serpiente o un sapo.
Tan pronto la madre vio a su hija, le gritó:
-¿Y bien, hija mía?…
-¡Y bien, madre mía! -le respondió la maleducada echando por la boca dos víboras y dos sapos.
-¡Oh, cielos! -gritó la madre-, ¿qué es lo que veo? ¡Tu hermana tiene que ser la causante: me las pagará!
Y dicho y hecho, corrió hacia ella para golpearla. Entonces la pobre niña huyó buscando refugió en un bosque cercano.
El hijo del rey, que volvía de cazar, la encontró y viéndola tan bella, le preguntó que es lo que hacía sola en medio de la espesura y por qué lloraba.
-¡Ay de mí, Señor, mi madre me ha echado de casa!
El hijo del rey, viendo surgir de su boca cinco o seis perlas y otros tantos diamantes, rogó que le dijera de donde venía, y ella le contó toda su aventura.
El príncipe heredero se enamoró de la joven, y considerando que tal don bien valía el hacerla su esposa porque era la mejor de las dotes, la llevó al palacio del rey su padre y se casó con ella.
En cuanto a la mala hermanastra, se hizo tan odiosa, que su propia madre la arrojó de casa, y la desgraciada, después de haber ido de un lado para otro, sin encontrar a nadie que la quisiera acoger, fue a morir en un rincón del bosque.



Este cuento fue escrito por Charles Perrault

El Duende Daniel


Este cuento me la contó el papá de Domitila y dice así:
Dicen que por aquí, cerca de Temuco, en un lugar que se llama El Manzano , un duende tenía su madriguera.
Cuentan que los duendes son chiquitos, pero muy dados a hacer travesuras como tirar la comida, esconder la ropa, los zapatos, las llaves o los monederos.
A algunas familias las fastidian bastante, y hasta se cambian de casa para verse libres de ellos.
También se dice que los duendes son muy enamorados, y por aquí hay cuentos de duendes de esos. Dicen que había una vez un duende que desde que vio a una niña muy bonita se quedó prendado de ella. A dondequiera la seguía, pero no la molestaba porque quería caerle bien.
Sucedió que como el duende deseaba estar siempre a su lado, a la hora de comer se sentaba junto a ella y se comía casi toda la comida. La niña empezó a enflacar, y los padres a preocuparse. También les extrañaba ver a la niña platicando con alguien, pero ellos no sabían con quién, porque no veían a nadie.Por fin decidieron llevarla con el yerbero, que también era brujo o hechicero, o cosa así. Él los sacó de dudas y les aconsejó que hicieran un espantapájaros con las ropas de la niña, que lo enterraran arriba del cerro, y que durante algunos días no dejaran salir a su hijita
Así lo hicieron y el duende iba allá, arriba del cerro, creyendo que encontraría a la niña pero jamás la encontró. Así, poco a poco, ella empezó a recobrar la salud.
Eso me contó el papá de Domitila…y ya no te cuento más pues pasó por un zapatito roto…después mañana te cuento otro.


Este cuento fue escrito por la Tía Gina

Actividades:


Preguntas nivel explicito


1¿Quién me relató este cuento de duendes?
2¿Cómo son los duendes?
3¿Qué le pasó al duende de nuestro cuento?
4¿Por qué la niña estaba tan delgada?

Preguntas Nivel implicito

1¿Por qué la niña recuperó su salud?
2 La niña… Viviría con sus padres? ¿Por qué crees tu ?


Preguntas Nivel Valorativo

1¿Crees tu que está bien hacer travesuras a los demás?
2Estaría bien que la ninita del cuento no comiera su comida?
3¿Qué consejo le darías a la niña?
4Te gustaría dramatizar la escena?


preguntas Nivel Creativo

1Inventémosle otro final a este cuento